noble-vater033020151121Noble Vater

En el año 1956 James Clarke & Co, Ltd. de Inglaterra publicaron de nuevo en inglés el libro escrito por John Charles Ryle que lleva el título Holiness (Santidad) el que el Dr. Martyn Lloyd-Jones escribió un breve prefacio. En él dijo que en su día J. C. Ryle era famoso, sobresaliente y amado como un campeón y exponente de la fe evangélica y reformada.

Esa observación concuerda con cosas que he leído. Ryle escribió más de 200 folletos y tratados, y se vendieron millones de copias de ellos y muchos de sus escritos fueron traducidos a varios idiomas. En México tuvieron una fuerte influencia en el establecimiento de iglesias reformadas. Lloyd-Jones continuó diciendo: Sin embargo, por alguna razón u otra su nombre y sus obras no son conocidos entre los evangélicos modernos. Creo que todos sus libros están agotados en este país y son difíciles de obtener libros usados. Recordad que hace como 50 años que Lloyd-Jones dijo eso. Lloyd-Jones vio el interés renovado y creciente en los escritos de Ryle como una señal de bien que le daba ánimo y esperanza. Así recomendó esa nueva edición de Holiness. Desde aquel momento, el mundo de habla inglesa ya tiene acceso a muchos de los escritos y tratados de Ryle, y hay lugares en Internet que son dedicados a Ryle (véase abajo) en los cuales cualquier persona puede leer en inglés casi todo lo que escribió.

Ahora bien, cuando Banner of Truth Trust (Estandarte de la Verdad) publicó un libro titulado Perlas Cristianas, escritos selectos por J. C. Ryle en el año 1963 (¿traducido por David Estrada?), esa publicación y algunos otros libros escritos por Pink y otros autores, estos fueron los primeros pasos de fe y esperanza que el Señor usó para que se despertara de nuevo en el mundo de habla hispana la fe reformada y un nuevo interés en Ryle y en otros autores que expusieron la fe reformada y evangélica antigua, como estaba sucediendo en el mundo de habla inglesa.

En 1963 parece que no había ningún escrito de Ryle disponible excepto algunos bien viejos y usados. Banner of Truth dijo, “El libro que bajo el título de “PERLAS CRISTIANAS” presentamos al lector evangélico, viene a ser la colección más completa y escogida que hasta la fecha ha sido vertida al español. Confiamos que con esta publicación hayamos contribuido en algo a llenar este vacío literario inmenso que con respecto a temas de vida y aplicación cristianas se deja sentir en el mundo evangélico de habla hispana.”

Después de la página con el título y la fecha de la publicación y la casa publicadora; hay una segunda página que contiene solamente el nombre del autor, y dos pequeñas citas:

JUAN CARLOS RYLE
1816-1900
“Un hombre de granito con un corazón de niño.
“Grande en estatura, grande en intelecto, grande en espiritualidad, grande como predicador y expositor, grande en la tarea de llevar almas a Dios.”
A continuación veremos algo de la verdad que hay en esas citas. John Charles Ryle nació el 10 de mayo de 1816, en Macclesfield, Cheshire County, Inglaterra, cuyos padres fueron John y Susanna Ryle. Su abuelo era un cristiano practicante que ayudó al movimiento metodista en el norte de Inglaterra. Era también un hombre de negocios próspero, de manera que el padre de J C Ryle estaba bien situado como banquero, aunque parece que era un cristiano de nombre solamente. Los planes para su hijo eran introducirle en la carrera diplomática. Ryle realizó sus estudios en las universidades de Eton y Oxford, donde, además de recibir una buena educación, se destacó como deportista jugando al cricket. Su conversión tuvo lugar en 1837 mientras estaba en la iglesia oyendo la lectura del capítulo 2 de Efesios.

Pero como dos años antes de su conversión, sucedió un pequeño incidente que produjo gran ímpetu al proceso inexorable de su conversión. Ryle estaba cazando con un amigo de Eton, Algernon Coote, y con algunos otros. Al pasar el día en algún momento Ryle juró delante del padre de Coote, un cristiano ferviente, quien le reprendió severamente. Ryle nunca juró después. Este suceso le llevó a tener una amistad durante toda su vida con Algernon Coote, de quien Ryle escribió: ‘fue la primera persona que me dijo que pensara, me arrepintiera y orara.’ Aunque Ryle no se convirtió en seguida, era muy consciente de que su norma para la vida estaba en gran contraste con la de los cristianos que conocía. Así, al llegar el verano de 1837 y la conversión de Ryle, los fundamentos habían sido puestos. Un poco antes de realizar sus exámenes finales, enfermó con inflamación del pecho. Pero, pudo hacerlos y él atribuye ese poder a la lectura de la Biblia y a la oración. Su enfermedad le dio más tiempo para pensar, y mientras más pensaba, más veía que Jesucristo no era el centro de su vida.

Sucedió que un domingo por la tarde asistió una de las iglesias de la parroquia. No se acordó después de nada en particular, ni aun del sermón. Pero le impactó la manera en la cual fue leída la segunda lección, por alguien cuyo nombre nunca supo. El pasaje fue tomado del segundo capítulo de Efesios y al llegar a versículo 8, el lector puso gran énfasis en él, con una pausa breve entre cada cláusula. Así Ryle escuchó: ‘Porque por gracia sois salvos – por medio de la fe – y esto no de vosotros – pues es don de Dios.’

La misma verdad que transformó a Lutero en su descubrimiento de la justificación por la fe ahora tenía el mismo efecto sobre Ryle. Por la gracia de Dios llegó a ser cristiano. De allí en adelante se notaba que sostenía fuertemente los principios de la reforma. [John Charles Ryle: Evangelical Bishop por Peter Toon & Michael Smout (Reiner Publications, Swengel, PA USA; 1976; page 26, traducido de una versión en inglés citada por otros.)]

Ryle se graduó con honores en 1838, pensando en la posibilidad de un futuro en el parlamento inglés, pero el Señor su Creador y Salvador tenía otro plan.

Vamos a oír un poco de la introducción al libro PERLAS CRISTIANAS (publicado ahora en 2 tomos con los títulos Nueva vida y El secreto de la vida cristiana).

“Lo menos que podía imaginarme a la edad de veinticinco años era que un día llegase a ser ministro del Evangelio”. Así escribía J. C. Ryle al recordar los años de su juventud, y añadía: “Mi padre, además de ser un banquero opulento, poseía un vasto patrimonio en tierras; y yo, por ser el hijo mayor, esperaba heredar algún día una inmensa fortuna. Pero agradó a Dios cambiar el curso de mi vida. Este cambio vino como resultado de una quiebra y ruina total en los negocios y patrimonios familiares” Fue entonces cuando J. C. Ryle se percató de que, por encima de sus planes y aspiraciones, los designios providenciales de Dios encauzaban su vida por los senderos de un fecundo ministerio evangélico. Dios le había desposeído de las riquezas de este mundo para confiarle las riquezas sobreabundantes del Evangelio.”

En 1841 fue ordenado al ministerio de la Iglesia Anglicana por el obispo Sumner de Winchester, un evangélico convencido. Pasó dos años en la iglesia anglicana de New Forest, en Exbury. Después, fue enviado a Winchester por un año y luego a Helmingham en 1845 para ministrar en un lugar en el cual casi toda la gente vivía trabajando su propia tierra. Pero allí recibió un estipendio (remuneración) suficiente para poder casarse, y trabajó fielmente durante 16 años. Se casó en 1845 y vio a su esposa morir en 1847. Ella dejó una niña. Luego se casó de nuevo en el año 1850 y después de ver 1 hija y 3 hijos nacer, Ryle vio la deteriorarse la salud de ella por una enfermedad llamada “Brights”. Perdió esa esposa en el año 1860. En ese lugar Ryle comenzó su ministerio de escribir. Escribió tratados que se vendieron por un centavo cada uno. ¿Estás convertido? ¿Estás perdonado? ¿Eres santo? ¿Eres libre? ¿Eres un sacerdote? etc. fueron algunos de los títulos. El contenido era muy bíblico y el estilo claro y fácil de seguir. Grandes cantidades fueron enviadas a Australia y repartidas allí. Para las traducciones al español se recibió ayuda de la iglesia reformada en México. Uno de sus tratados llamado “Verdadera libertad” alcanzó a un sacerdote en México llamado Manuel Agnas. Ese tratado sirvió para guiarle a la conversión a Jesucristo, en los tiempos de debate sobre la infalibilidad del papa.

Mientras Ryle iba exponiendo los evangelios en sus predicaciones, iba trabajando con diligencia para producir sus libros Expository Thoughts on the Gospels. Terminó al fin en 1873. En su valioso libro, Commenting and Commentaries, Spurgeon escribió el nombre de Ryle en mayúscula en letra negrita, y sus notas en letra cursiva, indicando así, como él explica, que esa obra está entre las que más recomienda.

RYLE (J. C., BA) Meditaciones expositivas sobre los cuatro evangelios. Para uso privado y en la familia.

Estimamos estos tomos. Son profundos y extensos, pero no más allá de lo necesario para lectura en familia. El Sr. Ryle evidentemente ha estudiado todos los autores previos que escribieron sobre los evangelios, y ha dado una enseñanza individual de valor considerable.

Aunque Ryle los escribió para uso privado y en familia, muchos ministros han sacado mucho provecho de estos libros. Juan es un comentario completo, y Lucas tiene muchas notas valiosas. Ryle consultó más de 40 autores en su preparación y la lista de ellos se encuentra en sus introducciones. Los evangelios explicados fueron traducidos al español. En la edición que Editorial CLIE reprodujo en 1977, edición tan antigua que contiene el texto de la Biblia en español anterior a la versión de 1909 (p.e., dice Isabel en vez de Elisabeth como en la versión de 1909 o Elisabet como en la de 1960), vemos esta nota (lo pongo como aparece, español antiguo y/o errores):

El volumen que ahora publicamos forma parte de una serie de cuatro, que sobre los cuatro Evangelios ha escrito un presbítero eminente de la iglesia Anglicana. Extensa ha sido su circulación en inglés, lengua en que originalmente fueron escritos; y han sido altamente estimados, no solo por la exposición clara y correcta del sagrado texto, sino todavía más por el fervor y entusiasmo con que proclaman é inculcan los dogmas evangélicos, y por la inteligencia profunda de las grandes verdades que en él se encierran, y sobre todo de aquellas que tienen por centro y fundamento a nuestro Señor y Salvador Jesucristo; verdades que son las únicas que pueden salvar nuestras almas y reformar nuestras vidas. Esperamos que en esta versión castellana, aunque algo compendiados, serán recibidos con aplauso por millares de almas ansiosas de oír lo que realmente dijo el Salvador, y poder así obedecer sus preceptos e imitar su ejemplo.

Faltaríamos a un deber sagrado si al mismo tiempo no rindiéramos un tributo de justas alabanzas a la “Asociación de Señores de Brooklyn para ayudar las misiones evangélicas en México,” que con sus esfuerzos incansables y generosos han reunido los fondos necesarios para pagar su traducción. Acepten, pues, el testimonio de nuestra gratitud; y sepan, para que puedan bendecirlas, a quienes deben el maná celeste de la verdad evangélica, las almas que al leer estos volúmenes reciban regeneradas nueva vida. Aunque Ryle escribía mucho, no desatendió a su esposa ni a su parroquia. En cuanto a ella, muchas veces fue con ella a Londres buscando ayuda médica. En cuanto a la parroquia, las cosas publicadas en gran parte fueron escritos para el beneficio de su iglesia. En 1858 había una asistencia de 160 en su iglesia. Sólo 300 personas vivían en ese lugar. Este hecho que indica que Ryle tenía contacto con todos. No vivió aislado de sus feligreses.

Aunque estaba en una iglesia pequeña, fue conocido por sus escritos y predicaciones en conferencias. Como dice un autor, “En medio de los sonidos religiosos inciertos de la Inglaterra de la segunda mitad del siglo XIX, la voz evangélica de J. C. Ryle, fue clara y penetrante. Repercutió con una fuerza espiritual similar a la de su contemporáneo C. H. Spurgeon; y al igual que con el gran predicador bautista, la fuerza de la predicación de J. C. Ryle residía en la pureza doctrinal de su mensaje. Y es que, como sucede con todo hombre de Dios, el corazón de J. C. Ryle estaba poseído por la verdad de la revelación bíblica.”

En el año 1861 fue trasladado a Stradbroke, que tenía una población de 1.300 habitantes y con una buena remuneración, de tal manera que no tuvo que buscar ingresos de otras fuentes. Había mucha gente pobre en ese lugar y mucho trabajo pastoral. El edificio se llenó y 250 niños recibían instrucción en la escuela dominical. Había reuniones en casas y en los meses del verano Ryle predicaba 2 veces cada semana al aire libre.

Después de 40 años de ministerio, a la edad de 64 años fue nombrado primer obispo de la industrial y populosa ciudad de Liverpool (1880), gracias a las recomendaciones del primer ministro británico Benjamín Disraeli. Algunos opinan que Disraeli hizo esto no porque admiraba o estaba de acuerdo con Ryle, sino para fastidiar a la oposición política del partido Liberal en Liverpool. No importa los sucesos que contribuyeron a este nombramiento. Ryle trabajó arduamente e hizo mucho bien hasta que no pudo más y renunció su posición a los 83 años de edad, unos pocos meses antes de su muerte ocurrida el 10 de junio de 1900 a la edad de 84 años. Ryle se había casado una tercera vez en el año 1861 pero se quedó viudo nuevamente en el año 1889. No volvió a casarse.

Ahora bien, cito de nuevo de la introducción de PERLAS CRISTIANAS:

Refiriéndose a él, uno de sus contemporáneos dijo: “Era un hombre de granito con un corazón de niño”. ¡Cuán acertada era esta descripción! Efectivamente, J. C. Ryle fue un hombre de granito. Su fe evangélica era como estos picos alpinos capaces de resistir los embates del más severo vendaval. Y ciertamente, muchos y severos fueron los vendavales que se arremolinaron con ímpetu sobre este fiel siervo de Dios, El movimiento católicoanglicano iniciado en Oxford, y del que Pusey y Newman eran las figuras más destacadas, se estrelló ante la firmeza doctrinal de J. C. Ryle; de modo que resultaron vanos los intentos de “romanizar” la Iglesia Anglicana en aquel entonces. J. C. Ryle defendió con tesón la fe evangélica y la herencia espiritual legada por los reformadores. “Nunca nos rendiremos” – era el lema de este campeón de la causa del Evangelio. Y hasta el fin de su vida mantuvo en alto el estandarte de la verdad revelada.

Ryle sabía bien que el creyente tiene lucha “contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad”, y por esto tomó sobre sí “toda la armadura de Dios”. En su tiempo las teorías alemanas sobre la inspiración de la Biblia encontraron una entusiasta acogida en Inglaterra, y tan hondo llegaron a calar éstas que todo aquel que todavía se adhería a la doctrina de la inspiración verbal y plenaria de la Biblia era considerado como un fósil teológico del pasado. J. C. Ryle permaneció firme en su posición evangélica. La crítica de la mal llamada ciencia y las teorías de la teología liberal no lograron hacer tambalear su fe en la Biblia como Palabra de Dios. “He aquí la roca; todo lo demás es arena”. Tanto en su teología como en su testimonio al mundo, J. C. Ryle fue un hombre de granito.

Así que vemos que Ryle enfrentó a aquellos que querían volver a la iglesia católica romana y a los liberales que no creían en la inspiración plenaria y la autoridad e infalibilidad de las Escrituras. En la introducción a las “Meditaciones sobre los evangelios: Juan, cap. 1-6” hay un buen ejemplo de su fe de la inspiración plenaria de las Escrituras. (Véase las páginas 13-16 de la edición de Editorial Peregrino, España, 2004.) En la introducción del libro Charges and Addresses (Banner of Truth, Edinburgh, 1978) los editores señalan que en 1887 Ryle despidió a su propio hijo Herbert Edward Ryle de una posición en la iglesia (Capellán Examinador) porque su hijo había aceptado las teorías de la “alta crítica” de las Escrituras. Continuamos ahora con los comentarios en PERLAS CRISTIANAS. Se dice que Ryle fue un hombre de granito:

Pero también fue un hombre “con un corazón de niño”, un verdadero israelita en cuyo corazón no había engaño; un verdadero hijo del Reino. Una marcada nota de nobleza y afecto caracterizaba sus acciones, incluso hacia aquellos que trataban de desacreditar su ministerio con falsas y maliciosas acusaciones. No había lugar para el odio o el rencor en el corazón de Ryle; y es que rebosaba de aquella caridad paulina que “no busca lo suyo, no se irrita, no piensa el mal; que todo lo sufre, todo lo cree, todo lo soporta”.

En el curso de su largo ministerio y unido a su amor sincero por la pureza del Evangelio, Ryle evidenció una profunda pasión por las almas perdidas. Su predicación fue esencialmente evangelística; el deseo de alcanzar a los no salvos constituía la meta primordial de sus sermones y también de sus escritos. Desde que Gutemberg inventara la imprenta, quizá ningún siervo de Dios se había percatado como Ryle de la importancia decisiva de la página impresa en la tarea de llevar el Evangelio a los inconversos. Sus tratados y folletos le dieron fama mundial. Escribió más de trescientos tratados, además de otros muchos escritos, y el número total de sus publicaciones en letra de molde superó los doce millones (12,000,000) de ejemplares.

En su afán para hacer llegar el mensaje salvador a las almas, Ryle sacrificó su vasta erudición oxoniana, y consiguió presentar sus mensajes en un lenguaje sencillo, claro y directo. Ya en los títulos mismos de sus tratados se aprecian estas características: “¿Cómo lees?” “¿Eres feliz?” “¿Eres libre?” “¿Es tu corazón recto delante de Dios?”, etc. Además, estaba dotado de la habilidad poco común de expresar profundas verdades en giros proverbiales fáciles de retener en la memoria (“Lo que tejemos en esta vida lo llevaremos en la eternidad”. “No nos metamos con la persona, pero sí con su pecado”, etc.). Esto en cuanto a su estilo. En lo que se refiere al contenido de sus mensajes, además de la nota esencialmente bíblica a las que hemos ya aludido, descubrimos un maravilloso equilibrio doctrinal en la exposición de las Escrituras. Ryle era un creyente con una fe equilibrada, una mente equilibrada y un juicio equilibrado.

Ryle escribió una excelente obra sobre la sencillez en la predicación (Simplicity in preaching, THE UPPER ROOM, Banner of Truth, London, 1970, páginas 35 – 55). Aunque hizo esta obra para predicadores de habla inglesa (y así habla de palabras sajonas y francesas, etc.), hay principios que sirven para cualquier idioma.

Teológicamente se había formado a los pies de los reformadores y llegó a conocer, como pocos lo han conseguido, a los puritanos. Consideraba a éstos como los expositores más versados en la “mente de la Escritura”. Y hay, ciertamente, raudales de doctrina en sus escritos; pero ésta no aparece aisladamente y según los moldes áridos de una teología que está en las nubes, sino en su íntima relación con lo práctico, con un andar santo en la vida del creyente. En sus escritos se transparenta un constante equilibrio en lo doctrinal y lo práctico.

Por eso, J I Packer y otros miran a Ryle como si fuera un verdadero puritano, viviendo en otra época. No guardó como un secreto su admiración por los puritanos.

Entre otros sucesos de su día, Ryle tomó nota de la enseñanza dada en las conferencias “Keswick” y la enseñanza que dieron sobre la santidad en términos de la necesidad de ser pasivo (“Let go and let God…”, “Stop trying and start trusting”, etc. o sea, “Deja de esforzarte y comienza a confiar en Dios.”) para conseguir una vida más profunda o más alta por medio de una segunda bendición o experiencia.

Su concepto de la vida cristiana respira un activismo netamente bíblico. Para Ryle el verdadero cristianismo no puede armonizarse con una noción estática de la fe, sino que, por el contrario, la vida espiritual que se recibe con el nuevo nacimiento es como una fuerza impulsora que pone a todas las facultades de la persona salva en acción constante. Así como el movimiento es manifestación de un principio de vida, la actividad en los senderos de la santidad es evidencia de una genuina vida espiritual en Cristo. Todos sus escritos reflejan una constante preocupación por el tema de la santidad.

Esto no quiere decir que Ryle no creía que la santificación no es por gracia y por medio de la fe. Su mensaje sobre la santificación es un mensaje netamente bíblico, claro y equilibrado.

Finalmente hay un comentario en la introducción que citamos sobre su amor a todos los cristianos verdaderos, sin tener en cuenta la denominación.

Su cristianismo no venía delimitado por los horizontes confesionales de su propia denominación evangélica. Cierto es que fue miembro de la Iglesia Anglicana y llegó a ser obispo de Liverpool, pero su visión de la Iglesia de Cristo y su amor por los diferentes “miembros de la familia de Dios” elevaban su alma noble por encima de las peculiaridades propias de cualquier denominación. “Puesto que no hay salvación excepto en Cristo” – escribía –, “amemos a todos aquellos que aman al Señor Jesús con sinceridad, y le ensalzan como Salvador de sus almas. No nos encerremos en nuestra cáscara y miremos de reojo a aquellos que no ven todas las cosas como nosotros las vemos. No miremos si el creyente es independiente, metodista, bautista, etc.; si en verdad ama a Cristo y pone a Cristo en el lugar que le corresponde, entonces amémosle con todo nuestro corazón. Viajamos con rapidez hacia un lugar donde no habrá denominaciones, nombres, ni formas de gobierno, y en donde Cristo será el todo. Preparémonos, pues, para tal lugar amando a todos aquellos que están en el camino que conduce al mismo. Mientras veamos que se mantienen las doctrinas de la Biblia y se exalta a Cristo, mostremos hacia los que así hacen aquella verdadera caridad que todo lo cree, y todo lo espera.”

Físicamente Ryle era un hombre grande para esos tiempos, seis pies con tres pulgadas (6’ 3”), (1,92 mts) con una voz potente, pero aunque su presencia era imponente, su conducta armonizaba con sus metas de glorificar a Cristo. Ryle era un líder amado que hizo mucho bien como predicador y pastor en los días de su vida, pero son sus libros y folletos lo que nos ha quedado como su verdadero patrimonio. Son diversos – exposición biblica, estudios devocionales, estudios históricos, estudios doctrinales y estudios sobre la fe y práctica de la iglesia anglicana. “Amante de la Reforma del siglo XVI y sus altos principios cristianos, escribió sobre los mártires de la misma en Inglaterra, así como sobre los grandes líderes evangélicos del Avivamiento religioso del siglo XVIII, como Whitefield.” “Sus obras devocionales han sido de incalculable bendición a muchos de sus lectores, por su llamado activismo bíblico, en el sentido de que el verdadero cristiano no puede contentarse con una visión estática de la fe, sino que la vida espiritual, recibida por el nuevo nacimiento, debe ser una fuerza que impulse todas las facultades de la persona renacida. J.I. Packer dice que todo buen creyente encontrará en Ryle una fiesta, una mina de oro, un acicate, comida, bebida, medicina, todo en uno.” “Martyn Lloyd-Jones describió los escritos de Ryle como ‘una destilación de la teología verdaderamente puritana presentada de una forma moderna y fácil de leer’.” Vemos en Ryle un hombre que quiso promover el conocimiento, honor y gloria de Jesucristo. Dijo, “Mi deseo principal en todo lo que escribo es exaltar al Señor Jesucristo y hacerle parecer hermoso y glorioso delante de los ojos de los hombres; y promover el aumento y crecimiento del arrepentimiento, fe y santidad en la tierra.” Su primer tomo de “Meditaciones sobre los evangelios” fue presentado “con una ferviente oración para que sirva para el fomento de la religión pura y sin mácula…” Ryle era un hombre recto e íntegro en referencia a sus votos como pastor, y en su identidad con la fe de la reforma. Como él mismo testificó, nadie iba a encontrar cosas nuevas en sus meditaciones sobre los evangelios, no vamos a ver “…nada …que no esté en perfecta armonía con los Treinta y Nueve Artículos de mi iglesia y que no concuerde con todas las confesiones de fe protestantes.” (Pág 13 de la introducción de Meditaciones sobre los Evangelios: Mateo; Editorial Peregrino, España, 2001) Por supuesto, es aquí que, como bautistas reformados, tenemos que advertir a los lectores de sus libros que no debemos seguirle en su apoyo del bautismo de los niños, o en sus ideas sobre el gobierno de la iglesia y la relación de ella con el Estado. Tampoco aceptamos el principio normativo de la adoración. Pero, aunque esas cosas aparecen, no reciben atención desmedida, y por eso Ryle ha sido y es amado y aceptado por los que aman la fe reformada y evangélica como predicada por Whitefield. Si los bautistas no hubieran amado a Ryle la venta de sus libros sería mucho menor. Pero, amamos su doctrina, su estilo claro, su manera de enseñar. Muchos han recibido ayuda y han podido ayudar a otros.

Si no han leído su mensaje sobre la enfermedad, creo que verán que es de gran valor. Todos los mensajes en Nueva Vida y en El secreto de la vida cristiana, sirven para edificación.

Obras Disponibles en español:
El secreto de la vida cristiana. (Estandarte de la verdad – Banner of Truth Trust)
Meditaciones sobre los evangelios: Mateo, Marcos, Lucas (2 vols) y Juan (3 vols). (Editorial Peregrino)
Caminando con Dios (Publicaciones Faro de Gracia)
Seguridad de salvación (Editorial Peregrino)
Advertencias a las iglesias (Editorial Peregrino)
¿Vivo o muerto? (Anunciado por Sendas Antiguas)
Los deberes de los padres (Anunciado por Sendas Antiguas)
Pensamientos para jóvenes (Publicaciones Aquila)

Obras (¿temporalmente?) agotadas:
Nueva vida (BOT)
Los evangelios explicados: Mateo, Marcos, Lucas y Juan, 4 vols. (CLIE) (Edición antigua)
El nuevo nacimiento (CLIE)
Una llamada a la oración (CLIE)
Preparado por Noble Vater, San Juan, PR , abril de 2005 Fuentes usadas para este informe además de los libros de Ryle y otros señalados claramente: Introducción a PERLAS CRISTIANAS (Banner of Truth, London, 1963) Datos Biográficos del website de CLIE (http://www.clie.es) http://www.rcb.com.au/950%20-%2033%20J%20C%20Ryle’s%20Continuing%20Ministry.htm

contiene como 3 páginas de notas biográficas http://www.bible.org/page.asp?page_id=1686

contiene una reseña útil por Ron Maness sobre el libro Faithfulness and Holiness: The Witness of J C Ryle: An Appreciation Otros sitios consultados: http://www.geocities.com/johncharlesryle/index.html http://www.tracts.ukgo.com/john_charles_ryle.htm http://articles.christiansunite.com/preacher106-1.shtml http://www.gracegems.org/Ryle/books.htm http://www.anglicanlibrary.org/ryle/ http://www.gotothebible.com/HTML/RyleJC.html http://www.gotothebible.com/HTML/RyleJC.html http://www.christianfocus.com/bookfile/classics/regeneration.htm http://www.biblebb.com/files/ryle/WARN6.TXT http://www.ccel.org/r/ryle/ http://reformerkev.esmartweb.com/library/works_ryle.html http://www.scionofzion.com/ha_nacido_usted_de_nuevo.htm Libros sobre Ryle (en inglés): Marcus L. Loane: “John Charles Ryle. 1816-1900.” (Hodder & Stoughton. 1983. 144 pages) Peter Toon & Michael Smout: “John Charles Ryle, Evangelical Bishop.” (James Clarke. 1976. 128 pages) John Charles Ryle: Evangelical Bishop; Peter Toon & Michael Smout; Reiner Publications, Swengel, PA (1976) J C Ryle, A Self-Portrait, A partial autobiography, edited by Toon and Smout, 1975 Faithfulness and Holiness: The Witness of J C Ryle: An Appreciation Autores: J. I. Packer y J C Ryle. Crossway Books, Wheaton, IL, 2002, 272 páginas

Este libro contiene un ensayo por Packer sobre la vida y obra de Ryle, y contiene los 7 capítulos originales del libro escrito por Ryle sobre “Holiness”.

Un anuncio del libro dice: Como heredero de una fortuna, J C Ryle tenía un futuro de esperanza hasta el día en que el negocio de su padre quebró. En un momento perdió todo. Sin embargo, si esto no hubiera sucedido, probablemente Ryle no hubiera llegado a ser uno de los líderes evangélicos de más influencia. Junto con las reflexiones de J I Packer sobre la vida de este clérigo, hay una impresión del libro clásico por Ryle, Santidad – todo aquí en un solo tomo para animar a los cristianos de manera que, como lo que pudiera haber destruido a Ryle se convirtió en el instrumento que le llevó hacia la santidad, así también Dios utiliza nuestras pruebas para guiarnos en nuestro viaje hacia la santidad.

As heir to a fortune, J. C. Ryle had a hopeful future until the day his father declared bankruptcy. In a single moment, he was stripped of everything. And yet, had this not happened, Ryle would probably not have become one of the most influential evangelical leaders of the 19th century. Along with J.I. Packer’s own reflections on the life of this clergyman is a reprint of Ryle’s classic, Holiness–all here in one volume to encourage Christians that, just as what could have broken Ryle became the very instrument that led him towards holiness, so too does God use our trials to lead us in our journey toward holiness.

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